Cuando niño esperaba con ansia la 5:00 p.m., hora en la cual salía del colegio Santo Tomás donde curse mis estudios de primaria, con la intención de llegar a mi casa, situación que implicaba en promedio dos minutos, pues era vecino de la institución educativa; al llegar dejaba el maletín de cuero que contaba en su parte frontal con las tres primeras letras de abecedario y los dibujos del conejo de la suerte, porky y el pato Donald, y el cual era tendencia en la época, pues recuerdo que gran partes de mis amigos lo tenían.
Y el afán de dejar todos los útiles del colegio, no era otro que acompañar a la joven que realizaba los mandados de la casa a comprar el queso en la desaparecida tienda de Pindaca, donde al despachar el queso, el vendedor siempre agregaba la ñapa o en su defecto me regalaban un dulce; lo cual a mis cortos 8 años de edad, era un momento sublime que lo entendía como un gesto de gratitud por comprar.
Recuerdo que el hecho se repetía cuando por algunos motivos me enviaban hacer mandados a la tienda de Carmen Dolores, Chayo Cardenas o al depósito de Josefina Pinzón; pero era donde Rueda donde más me gustaba hacer mandados, pues la recompensa eran unos confites, que aunque sabrosos nunca los olvidare por su efecto en lo que llamamos por acá el cielo de la boca; el raspón podía durar varias horas o incluso un par de días.
Tan era significativo el tema de la Ñapa, que he escuchado en los relatos de Villanueva el sobrenombre puesto al señor Carlos, quien tenía su tienda en la zona del Hormigueral (Hoy calle 15 con carrera 8 o llamada El ceibote), quien a cada uno de sus clientes los premiaba con la Ñapa, y en este estilo villanuevero de poner apodos, el citado señor obtuvo el remoquete de Carlos Ñapa.
Claro eran otro tiempos, donde la gratitud era un valor significativo entre los habitantes de Villanueva, en la sabiduría de los comerciantes de la época era evidente ese axioma de los expertos en marketing, el cual reza "El cliente siempre tiene la razón", y como una forma elegante de validar ese pensamiento, brindaban la Ñapa.
Hoy no se si existe la Ñapa, pero si observo la escasez de la gratitud entre la gente, todos vivimos muy centrados en lo individual y con un sentimiento de desconfianza en el otro, ya no somos los Villanueveros que éramos, ya no se materializan los valores que promovieron las sanas relaciones entre la gente del pueblo; por lo cual entiendo la nostalgia de los mayores cuando hablan de su vida en aquellos años.
¿Quién sabe cuándo se perdió la esencia del Villanuevero?, aquel ser amable, servicial, hospitalario, solidario y respetuoso del otro; era Villanueva un pueblo reconocido en la región por la educación de sus habitantes; hoy sólo es transitar un par de cuadras por la vía principal para observar la antítesis de aquellos valores.
Hace algunos años de manera irreverente compare a Villanueva con aquel pueblo que el personaje de Jaimito El Cartero describe de esta manera: "Allá en Tangamandapio... Tangamandapio es mi pueblo natal. Un hermoso pueblito con hermosos crepúsculos arrebolados..", espero en el futuro no tener la nostalgia de recordar las costumbres de mi pueblo de esa manera. Por lo cual confío que los gobernantes de ahora y los del futuro inviertan en la creación de ciudadanía, en aquel factor intangible que sólo se evidencia en las formas de relacionarnos.
No pierdo la esperanza que todos los Villanueveros tengamos la Ñapa de la buena voluntad de los gobernantes, educadores, líderes sociales y obviamente de la familias de retomar la esencia del Villanueverismo!!!
Fabián Molina Martínez
El Emblemático
29 de Agosto de 2021.
En Bogota, su tía no pela en pedir ñapa y aunque a algunos no les gusta darla; siempre terminan sonriendo y ella la consigue
Querer es poder Villanueva esta lleno de personas con capacidad social para que comencemos la tares de hacer vivir historia, cultura, valores y sobre todo villanueverismo
Molina..."la ñapa" me hizo recordar una vez más a mi hermano Jose, él iba donde la sra Natalia Añez a comprar el queso, de regreso se comía la ñapa, mi abuela abria su queso en su papel de las bolsas de azúcar y decia "Jose este queso esta fallo le falta la ñapa" el muy vivo lo cogía agarraba un cuchillo y salía a devolverlo, alantico le cortaba un pedacito lo colocaba arriba y se lo entregaba, mi abuela lo recibía revisaba y decia " no ve ya nos iban engañar"
Que bonito que traigas a la memoria de todos cuan bonitos recuerdos afortunada de haber alcanzado aún el tiempo de la ñapa....
Me enguayabó, yo iba era donde Natalia Añez, José "la burra" y Emilda Peñaloza.j